martes, 5 de enero de 2016

Ojos de mirada desconocida

Como la arena entre los dedos, como el agua por los surcos de las rocosas laderas, como mi mano por tu mejilla, resbalan en el olvido los recuerdos, malos, buenos, todos, hasta no quedar ninguno, pues esos ojos miraron lo desconocido, como si de un desierto se tratase, un desierto de lágrimas.

A penas tus ojos se abrieron, y la única vez que lo hicieron, volvieron a entrecerrarse para desentenderse de lo que no podían entender, para volver a la oscuridad de la que habían partido, la que poco a poco absorbía los pétalos de la rosas de tu jardín, tan bien cuidado, tan brillante, resplandeciente.

Las pocas rosas que quedan sin marchitar las roba tu sangre, haciendo que la parte superior del reloj de arena empiece a quedarse vacía, y la inferior, la que lleva al infierno, la que hace llorar, sufrir, se llene de falsas esperanzas que no hacen más que agravar la tristeza. 

Boca arriba, toboganes del infierno y cortinas blancas, como las flores del último adiós te rodean, como si predestinada estuvieses a decirnos adiós, sin por última vez ofrecerme una toalla y un bañador el día mas caluroso de verano. La marea ya no acompaña, está baja, como la cima de la duna más alta de nuestro pequeño y acogedor desierto, y el salto estremece. Pereces suspendida esperando la caída, ya inevitable, pues ya partiste, ya subiste al tren del adiós, del no volveremos a vernos, del recuerdo, del no poder olvidar, del sufrimiento, propio y ajeno. 

Y en la salida de tu provisional hogar la tortura acechó mi llegada, totalmente inesperada, castigando palabra por palabra, mirada por mirada, acompañada de otros ojos de desconocida mirada, pues nadie parece recordar quien soy, como si mi marcha hubiese supuesto el olvido de mi ser en el entorno. ¿Merezco esto abuela? No...

No hay final que valga, ni que desahogue, pues pronto llegará el verdadero final, cuyo peso caerá sobré mi, sobre mi alma y mi maltrecho corazón izquierdo, hasta que el derecho decida responder a la llamada del disfrute. 

Hasta siempre...

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